miércoles, 17 de mayo de 2017

Tripulación y Velas.

Hola, el pasado sábado coincidimos tres “habituales del pantano”, soplaba fuerte y aparejamos dos barcos. En un vaurien irían dos tripulantes con velas antiguas (9.5m2) en el otro iría yo solo, navegando con velas modernas (10,5m2).
Salí zumbando a un través-largo, enseguida pude ver 11.9 en mi GPS, sin embargo no quería ni imaginarme una ceñida larga con esas condiciones de viento. Esperé a mis compañeros que tras algún ajuste en bahía cochinos, ofrecieron popa al viento navegando directos hacia IC. Allí recogimos a un avezado windsurfista que, ya terminando su sesión, decidió completar tripulación conmigo.

Navegando al través, con velas grandes, el vaurien tricolor de las velas pequeñas, se quedaba en nuestra estela sin remisión, no sé que habría ocurrido de haber puesto un rumbo de ceñida, pero mi esporádico compañero se tenía que marchar, así que me quedé solo ante el peligro. ¡Y ahora que! Me decían desde el tricolor, mientras me esforzaba en mantener el barco adrizado para dejar de soltar viento por arriba además de por la baluma, única zona de la mayor que no flameaba.

Pero el viento aflojó un poco y esto, más un duro trabajo de piernas y abdominales, me permitió mantener una ceñida digna. Acompañando con algún que otro través para descansar, llegamos a la vez hasta nuestra orilla, pero el sol estaba alto y decidimos continuar “rio arriba”.

Con un viento quizá un pelín más debilitado, fuimos aguantando en un toma y daca más o menos igualado. En el río es fácil perder la orientación del viento y, si te dedicas a hablar de política o filosofía con tu compañero, más. Esto es lo que debió pasar porque empecé a ganar barlovento de forma exagerada mientras ellos daban unas bordadas de una orilla a la otra, que parecían casi repetidas.

Después comenzamos la empopada de vuelta, más o menos al unísono y volvieron a verme pasar y alejar sin mucho esfuerzo. Ya en la orilla, supieron encajar la derrota y, después de aclararme lo de la conversación filosófica, dimos buena cuenta de unas viandas acompañadas con un poquito de vino.
A mi, navegando la mayor parte en solitario, me dio tiempo para fijar unas ideas, sobre las diferencias entre velas y tripulaciones.

Resumiento un poco:
Navegando dos en el barco, se tiene ventaja cuando el viento arrecia. Más en ceñida que en rumbos portantes.
Las velas modernas, son más eficientes en rumbos portantes, mientras que en ceñida la diferencia es mínima, por no llegar a pensar que puede ser incluso negativa, es decir más eficientes las triangulares antiguas. La vela mayor moderna del vaurien tiene un sable forzado que permite un aumento de superficie en su parte superior, pero en ceñida, aunque cacemos abajo con la escota, el viento escapa por arriba, por tanto tenemos trapo ineficiente y puede que hasta perjudicial en esta parte. 

A pesar de todo, yo prefiero las modernas, son más “blandas” a las rachas y el incremento de potencia en rumbos abiertos es muy de agradecer. Creo que pronto iremos todos con estas velas; mejor, pues a mayor igualdad de condiciones más diversión con nuestros pequeños piques.

Saludos.
Pepe.

martes, 2 de mayo de 2017

Tarde Revuelta

Crónica que nos manda un habitual del pantano,  gracias por compartirla.

Hola, ayer estuve navegando, una tarde de lo más curiosa.
13.1 millas
V media: 4.7
V max: 11.4 (despues de calcular el gpx, la instantánea fue 11.7)
Más de una milla navegando por encima de 9 nudos.
Bastante tiempo parado en el agua (calma chicha) Hasta llegué a tirar del remito de mano.
Roladas de 180º viento de todos los lados, olas, borreguillos, calmas. Todo ello en menos de tres horas.
Los vientos más bonitos, al norte de IC, del N, no pasaba bien hacia el sur de la Isla, así que lo apuré todo lo que pude, volviendo a ganar barlovento para conseguir deliciosas planeadas al largo. El agua azul oscuro, con la típica luminosidad que aportan estos días primaverales de sol y nubes.
También el SO tirando a O que consiguió imponerse al N y que en su pelea me dejaron tirado entre IC y los vagones en una calma llena de olas descontroladas por todos los lados, pasé de apurar la última bordada rápida con mi propio viento aparente, a estar totalmente desventado tras la virada. Pero, terminada la batalla,  volvieron a formarse borregillos, esta vez con el agua verdosa, el cielo más oscuro hacia el sur, sin llegar a amenazar tormenta, este viento me permitió una buena ceñida al descuartelar, bastante cómoda, navegando prácticamente solo con el foque, cazando la mayor lo justito para que no temblara el mástil.
Todo esto gracias a la decisión de meterme en el agua a pesar de ver, lo poco que soplaba y lo variable que estaba ya desde la orilla. El Dios Eolo supo recompensarme.
A ver si pronto, tenemos oportunidad de compartir tan buenas navegadas. Habría estado más que divertido en regata.
Saludos.